domingo, 2 de noviembre de 2008

Repelente para humanos



¡Los Mata bien Muertos!


“Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a dar comienzo al cuarto canto. Cuando el pie resbala sobre una rana, se experimenta una sensación de repulsión; pero cuando se roza apenas con la mano el cuerpo humano, la piel de los dedos se agrieta como las escamas de un bloque de mica que se rompe a martillazos; y así como el corazón de un tiburón que ha muerto hace una hora, palpita todavía sobre la cubierta con tenaz vitalidad, de igual modo nuestras entrañas se agitan en toda su extensión, mucho tiempo después del contacto. ¡Tanto horror inspira el hombre a sus semejantes!”

Remontándome al cuarto canto del libro maldito de Isidore Ducasse nos encontramos con la repulsión de la rana... ¿quién repele a quién? La textura de la rana es suave, acariciada por gelatinas de sabores naturales, da brincos increíbles para trepar a una rama o para saborear un jugoso insecto con su meticulosa y larga lengua. He dicho insecto, del que cada vez tomamos mayor identificación... porque si tejemos telares para enredarnos, capullos herméticos para cerrarnos, desordenamos y cegamos los caminos alcanzados... ¿qué sentido tiene?... preferible seguir infectando con nuestra defecación el lugar y marcar el territorio con secuelas de enfermedad... desde una agonía estupefacta. Sensaciones de caos y desastre no permiten adorar y sazonar la conciencia divina. Pero... eso sí, aún raptando y blasfemando nos consideramos seres supremos... seres supremos dotados del don divino de la razón. Suprema inteligencia rebota contra los espejos de la sala proyectando sombras siniestras. Las oscuras sombras avispan los miedos... nos registran... nos vigilan... pánicos desterrados rugen desde un rincón, allí donde tejemos el capullo para mentirnos. Allí... en aquél rincón... donde “El Grito”[1] de la razón se encuentra encadenado.

Se observan cambios climáticos graves, importantes científicos ya han advertido de esta situación hace tiempo. Mientras la mayor parte de la humanidad esta distraída creyendo que el campo de la información es suyo. La información cada día es mayor, es decir la velocidad de la comunicación es más rápida que la del pensamiento. Con esto sentimos que al estar informados nos basta, no tomando acción al respecto sobre ningún problema, siquiera una gota de aliento para cambiar la situación.

La codicia, el dinero, la avaricia y tantos otros males que lejos de generar unidad y armonía, nos aíslan... desorientan... terminando siendo seres abolidos... ¿extinguidos?

Si hemos evolucionado a lo largo de millones de años, ¿porque “El sueño de la razón produce monstruos”[2]? ¿Por qué “Saturno devorando a su hijo”[3]?. En fin, cuestiones que nos obligan de alguna manera a responsabilizarnos de los distintos males causados y tomar acción frente a ellos. El camino parece ser lograr una evolución espiritual que lejos estamos de alcanzarla. Un primer propósito serio de unificación que nos cobije ante el caos inminente.
Horror... verdad... tiranía de oscuridad reina ante impávidos seres, que visualizan un mundo dotado de placeres escasos. Ante estos hediondos seres, la naturaleza no prevé otro futuro que repelernos.

[1] “El Grito”. Munch
[2] “El sueño de la razón produce monstruos”. Goya
[3] “Saturno devorando a su hijo”. Goya

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