domingo, 12 de octubre de 2008

Ciego Vacio

En mi ciego vacio danzas como mi diosa - Escultura - Pasión y percepción del artista

Hacia allí me muevo buscando el horizonte que resplandece entre el placer y el dolor, entre la risa y el llanto, en donde cada día amanece un ser nuevo y los sabores son diferentes. Como se encuentra el artista ante su obra, seguramente sentirá un sabor imperfecto, que desarrollaré mas tarde en detalles, pero el camino que lo lleva hacia esa búsqueda es el inspirado valle de la paciencia y la promiscuidad. Cerraremos los ojos y nos dejaremos llevar por sus obras, suaves caricias sagradas, áspero tejido de tambores que cautivan nuestro ser, sintiendo en nuestra piel un rugir salvaje, una magia natural, una energía suprema que desciende de esa diosa escondida.
Esa diosa esta escondida allí esperando ser descubierta, esa figura sagrada a la que todos vemos diferente, por su puesto que sí, se manifiesta diferente en cada ser y en cada momento, desde la prehistoria ya se creaban figuras en piezas chicas de piedra, marfil o hueso y se las conoce como Venus, relacionadas a la diosa de la fecundidad y utilizadas en cultos sagrados. Desde esos tiempos la deidad femenina era representada por la luna dirigida a la fecundidad de los seres, la madre tierra, el ciclo de vida que les permitía a los seres humanos seguir obteniendo sus alimentos. Me remito a la prehistoria porque la escultura nace allí en el vientre materno de esa gran diosa de la fecundidad.


El artista desde allí realiza una constante búsqueda hacia la creación, desea fantasear, girar sobre los sentidos, expresa en lo material lo invisible. Logra exteriorizar desde su imaginación a través de palabras, formas, colores y sonidos. Trataremos de llegar en el desarrollo hacia la sensibilidad del artista en la escultura, hacia ese árbol de vacíos, llenos y constantes sensaciones que provoca un artista en su representación desde sus propios patrones de belleza y estética. La pasión en crear formas expresivas en tres dimensiones reales, sean volúmenes o materiales compactos, en los que predomina el espacio marcado por ejes que lo recorren cuando se utilizan materiales reducidos a hilos, cintas, cuerdas, etc. o materiales transparentes.
Intentaré reconstruir mediante una conexión geométrica, rugosa, lisa e irregular una especie de Torre de Babel uniendo diferentes sensaciones, placeres, sufrimientos que abarcarán diferentes culturas y religiones en virtud de una torre inacabada y conectando al cielo con la tierra, como en el texto del Génesis en el que se relata que los hombres reunidos en la llanura de Shinear, después del diluvio, resolvieron levantar una torre gigantesca. Dios Yahvé al ver lo que intentaban hacer obstaculizó sus planes confundiendo las lenguas de modo que los obreros no pudieron entenderse entre sí. La torre inconclusa y la ciudad edificada en torno a ella se llamaba Babel o Babilonia. En este caso los obreros serán los escultores y el gran monumento lo levantarán desde su pasión mediante lenguajes diferentes.
“El artista debe de ser paciente como un árbol, después de perderlo todo, se llena de flores.” Esta frase nos sumerge en el tiempo, y a esa figura que desacierta la idea previa puede regenerarse en una nueva idea que inclusive puede ser mucho mejor a la anterior, por eso la paciencia es fundamental en cada desarrollo.
El ego interno de cada artista en su propia obra “mi diosa”, ese carácter posesivo que genera la creación, no en el aplauso de los espectadores sino en que es parte de su ser, cobra vida en sus sueños, en sus pensamientos “danzas como mi diosa”.
De danzar, de moverse en esos espacios vacíos, también es representado por muchos escultores. A lo que Auguste Rodin nos dice: "Yo no soy un soñador, soy un matemático. Mi escultura es buena porque es geométrica. No niego que hay exaltación en mis obras, pero es porque hay en ellas verdad. Esa exaltación no está en mí, sino en la naturaleza en movimiento".
Resaltaremos el movimiento en donde las figuras se representan en diversas acciones: violenta, de esfuerzo y tensión, o bien relajadas, como así también de sus vestimentas que participan también de esta agitación se arrugan en pliegues que revolotean como sacudidos por el viento o permanecen en descanso.

La mirada del artista buscando la diosa mediante piezas geométricas, con fugas de líneas que los sumerge en el espacio y los hace dueños de la profundidad, detallando en formas, texturas, colores, sonidos cada pequeño fragmento, cada región de ese todo que percibe el espectador.